Los fandangos personales son aquellos compuestos por los propios artistas flamencos, quienes, iniciando el pasado siglo, y basándose sobre todo en los aires onubenses y malagueños, fueron confeccionando a su propia medida cantaora su personal variante de fandango, sazonándolo con giros y guiños de otros cantes, como la soleá o la seguiriya, y dejando a un lado la rítmica para ahondar en matices.
La mayoría se cantan libres de compás, son los denominados naturales. Unos pocos, Pérez Guzmán, Rafael Pareja (populares gracias a la versión excepcional de El Gloria), conservan por tradición la sujeción al abandolao y por Huelva respectivamente.
Es bien conocida la mala prensa del fandango desde los primeros años. Fue la excusa de un supuesto purismo para denigrar de lo que precisamente más gustaba al público. Marcando la diferencia entre cantaores de soleares y seguiriyas y aquellos que prostituían el cante cantando fandangos.
Las élites del flamenco miran mal el fandango porque a todos gusta y es el camino que los artistas tomaron precisamente para trasladar su arte de un público minoritario al gran público.
Para diferenciarlos entre sí hay que prestar atención a la melodía, que es la que marca generalmente la diferencia entre un estilo y otro. Remitimos a la magnífica página del estudioso Andres Raya que recoge más de dos centenares de variantes de fandangos.