El flamenco se nutre de fuentes muy variadas, entre las que destaca el repertorio de romances, tonadas (melodías) camperas, religiosas, profanas, pregones, que hunden sus raíces en el tiempo y muestran su carácter mestizo, como corresponde a la música de una cultura tan variopinta como la andaluza.

Las tonás tienen en común que se interpretan sin acompañamiento de guitarra, que se  cantan, como vulgarmente se dice, a palo seco.Esta expresión procede del arte de navegar sin vela, con el palo (mástil) descubierto (sin vela), en los días de viento fuerte. En el Diccionario de Autoridades (1726-39) ya aparece el término a palo seco para referirse al modo de navegar con las velas recogidas. Y ya en los diarios de a bordo de Cristóbal Colón se detalla una navegación con el árbol seco debido a la gran tempestad del viento. Su aroma arcaico puede tener una antigüedad dudosa en algunos casos, sin embargo, es creencia generalizada que son la fuente y el caudal de la melodía flamenca, y que existieron antes que ningún otro estilo. Se suele pensar que el hecho de cantarse sin guitarra convierte a las tonás en los estilos más antiguos. Esto no tiene, en nuestra opinión, mucho sentido, ya que el género flamenco se manifiesta en las primeras décadas del siglo XIX y la guitarra se encuentra desde mucho antes en la práctica musical del sur de la Península Ibérica. Sin olvidar que estos estilos se comienzan a cultivar entre los flamencos relativamente tarde, al menos después de que lo hicieran estilos primitivos como el polo, la caña, la serrana o las mismas seguiriyas, soleares o cantiñas. No por cantarse sin guitarra las tonás son más antiguas.Aquí mostramos los contenidos apoyados en las pruebas históricas, no nos basamos en prejuicios, leyendas o ideas más o menos asentadas en la tradición ideológica de la flamencología tradicional.

Toná proviene del término español tonada; es decir, cantable o fragmento melódico. Parece que muchas de estas tonadas, tonás en andaluz, provienen de antiguos romances; son partes desgajadas de los mismos, que se conservan en la memoria del pueblo.Hay que decir que se han conservado sobre todo en la memoria de los gitanos bajoandaluces. No obstante hay otras tonadas, como los cantos de labor, que se cultivan en los campos, por ejemplo, de Jaén o Córdoba, y se han insertado en el repertorio flamenco practicándose aun hoy, tanto en su ámbito natural como en el artístico. Por eso no existe un modelo específico de toná, sino más bien una larga serie de tonadas distintas, muchas de las cuales se han olvidado con el paso del tiempo o bien sus elementos melódicos (motivos) se han disuelto.Según el principio de que la música, como la materia, ni se crea ni se destruye, solo se transforma, las tonás perdidas probablemente se disolvieron en giros melódicos para más tarde cristalizar en giros de seguiriyas, soleares, malagueñas, etc.

Desde un punto de vista histórico, lo más probable es que, de un repertorio de tonadas bajoandaluzas disperso por las provincias de Cádiz y Sevilla derivaran las tonás propiamente dichas, y las más preciadas entre ellas, los martinetes. También es importante apuntar cómo muchos de los giros melódicos de las tonás no desaparecieron, sino que se disolvieron para cristalizan en diferentes cantes, sobre todo por seguiriya y por soleá.

En el Tema 4, dedicado al complejo de las tonás, daremos buena cuenta de las diferentes variantes de tonás que han llegado hasta nosotros.En algunos caso solo se conserva el nombre de la toná, la música se disolvió en el tiempo. Y también nos referiremos, cómo no, al resto de cantes a palo seco.

Las tonás se cantan y una de ellas hasta se baila, aunque al cantarse a palo seco obviamente no se toca la guitarra para acompañarlas. El baile surgió a partir de la versión que hizo Antonio Ruíz Soler El Bailarín de un martinete, quien con buen criterio en nuestra opinión adoptó para ello el compás de la seguiriya, ya que las tonás carecen de un compás determinado y se cantan libres. A partir de la versión bailable del martinete en muchas ocasiones escuchamos el compás de seguiriya como sostén métrico en otras tonás, especialmente de los martinetes.