El repertorio de los cantes camperos es amplio y no formó parte del repertorio hasta que algunos avezados cantaores lo comenzaron a practicar en el ámbito del género flamenco. Son estilos de cante inspirados en las canciones de trabajo o de brega que se interpretan mientras se ara o trilla la tierra, y se cantan en los campos andaluces, muy vivos aun en los cordobeses, los jienenses y granadinos, y también en otras muchas comarcas. Se deben encuadrar como una modalidad más de tonás, en este caso, tonás camperas, entre las que se encuentran la trillera, la arriera o la aceitunera. También se denominan cantes de faena.
Fue Bernardo el de los Lobitos quien en 1954 los graba en la Antología de Hispavox apareciendo por primera vez en los registros sonoros. Así mismo Juan Valderrama los incluyó en su antología y hoy forman parte del repertorio de muchos cantaores que, a modo de tonás, los interpretan en sus recitales. Los hermanos Hurtado Torres también creen que, debido a los extensos melismas con los que se interpretan estos cantes, estos pertenecen a los cantaores al ser una versión flamenca inspirada en los cantos de labor que hacen los campesinos andaluces durante sus jornadas de trabajo. Guillermo Castro ha realizado un trabajo donde estudia desde la musicología este repertorio de cantes.
En estos cantes se agrupan muy diversas modalidades, de arar, de siega, de trilla, arrieros o caleseros, pregones, pescadores, zapateros, sastres, albañiles, etc.
Son cantes libres, como las tonás, sin acompañamiento y sin una métrica determinada. Admite las tres tonalidades propias de los cantes flamencos, el frigio andaluz, y los que se realizan sobre las escalas mayor y menor. En cuanto a las letras se usan preferentemente seguidillas, con la medida 7-5-7-5, aunque cada uno usa diferentes tipos de estrofa, como corresponde a un repertorio extraído directamente del folclore para acabar integrado en el género flamenco.
Cante que se interpretaba en tanto se hacían las faenas de trilla en la besana, también conocido como trillera. Uno de los principales recreadores de este género ha sido Bernardo el de los Lobitos, cuya versión de los cantes de trilla los ha llevado a formar parte del corpus genérico del cante flamenco, desde que en 1954 se incluyó en la primera Antología discográfica del cante flamenco. Guillermo Castro encuentra filiación directa de alguno de los cantes de trilla con el remate de una toná de Chacón, con la petenera de la Niña de los Peines, las livianas primitivas que nos legó Pepe de la Matrona, la toná grande y otros estilos jondo que, de nuevo, emparentan este repertorio campesino con algunos de los cantes considerados de mayor jondura. Los hermanos Hurtado apuntan cantes de trilla de las localidades de Almodóvar del Río, Torredonjimeno,
Cante que se interpretaba en tanto se hacían las faenas de siega en la besana. Guillermo Castro apunto el parentesco de algunas secciones de este cante con el martinete interpretado por Tomás Pavón o El Gloria o la carcelera, confirmando hasta qué punto estos cantes se encuentran en la base de algunos de los cantes más jondos. Una versión murciana es apuntada por Pedro Fernández Riquelme como muy interesante por su clara relación con un estilo de cante flamenco de la familia de los minero-levantinos, en concreto con una de las modalidades de cartagenera.
Uno de los cantes que, con una melodía muy particular, se interpreta sobre la letra: “un segador segaba los trigos nuevos, y el sudor se secaba con su pañuelo”. Es uno de los cantes más extendidos del repertorio de los estilos camperos.
Otros cantes son las aceituneras,que se realizan, como apunta el nombre, durante la recogida de la aceituna, principalmente en la provincia de Jaén.
Toná campera originaria de Bujalance, uno de lo más preciados cantes camperos, cante de besana o arada. Aunque es originaria de esa localidad cordobesa es una de las tonadas camperas más practicadas por los cantaores debido a la originalidad y belleza de la melodía.