El garrotín toma la mayor parte de sus elementos musicales de los tangos flamencos, pues no es otra cosa que una variante del tango flamenco pero en modo mayor y con un fuerte carácter de canción, con su estribillo y todo.
Hay quien lo atribuye a las cuadrillas gitanas de zambras del Sacromonte, señalando su origen dentro del contexto de los cantes de trilla llevados de una región a otra en la época de la trashumancia
La canción del Recotín recotán pudiera estar también entre los antecedentes (o consecuentes) del garrotín
El cante del garrotín, de melodía eminentemente silábica, sin alardes melismáticos, comienza su proceso de aflamencamiento a principios del siglo 20 a través de Manuel Torres o La Niña de los Peines (al igual que la farruca). Al parecer Pastora lo recogió de Amalia Molina
La salida lelelé y el diseño melódico nos indica un estado más primitivo de este cante en la versión de Pastora Pavón, quien fijó la melodía del estilo e impuso la salida clásica de tran tran que recreó Rafael Romero para la Antología de Hispavox de 1954.
Ahora, la verdadera fama del garrotín nació hacia 1905 con el baile, a partir de la coreografía que en Madrid le acopló el bailaor sevillano Faíco con la música de Ramón Montoya –lo mismo que poco antes habían hecho con la farruca. Del posterior y exitoso periplo catalán de Faíco, entendemos que data el arraigo del garrotín, sobre todo en Lérida, estilo muy común en toda clase de fiestas gitanas de la zona.
Lo más característico del garrotín y lo que lo hace identificable es el estribillo, recurso poco presente en la estética del flamenco: Al garrotín, al garrotán, a la vera, vera, vera de San Juan –o bien, a la vera de la vera, vera van.