Estébanez Calderón cita la granaína, definiéndolo como cante liviano, junto a la rondeña. Fue Antonio Chacón que otorgó carta de naturaleza flamenco a estos cantes. El modelo musical del estilo viene definido por la malagueña flamenca, tercios largos y melismáticos, ornamentados y coloreados con tonos característicos. El fandango del Albaicín podría estar en la génesis del estilo. En los orígenes de la granaína propiamente flamenca aparecen también los nombres de Frasquito Yerbagüena, con un cante de carácter autóctono.
En 1890 Chacón estuvo en Granada donde volvió a tomar contacto con los cantes de esta comarca andaluza a fin de modelar los que sería el cante por granaínas. Resulta un cante de muy difícil interpretación, debido a la filigrana de los melismas y la extensa tesitura que discurre entre sucesivos graves y agudos. Este cante con la letra Viva el puente del Genil lo graba Chacón como granaína, pero debido al error de rotulación de las populares versiones de Manuel Vallejo se invirtieron los nombres quedando como granaína el cante corto. El tandem Chacón y Montoya grabó lo que ellos denominaron media granaína y hoy todo el mundo llama granaína. Por su parte el gaditano Aurelio Sellés solía preparar la malagueña de El Mellizo con un cante de granaína, manteniéndose esa costumbre hasta hoy. Aurelio la grabó sin guitarra anunciando correctamente el cante corto como media granaína (no granaína) preludiando la malagueña del Mellizo. Otro grande por granaínas fue el jerezano José Cepero, quien creó una variante de enjundia con fuerte aroma a malagueña y que, en Córdoba, donde es muy practicada, se conoce popularmente como fandango por granaínas.
La Media Granaína, en principio la granaína propiamente dicha, fue rotulado como decimos por Manuel Vallejo como media granaína y así ha quedado. La versión original de Antonio Chacón con la guitarra de Ramón Montoya ha sido el modelo a seguir. Pepe Marchena grabó lo que definió como media granaína primitiva que interpretaba con aire abandolao seguramente para imprimirle el aroma arcaico que precisaba la denominación. Manuel Vallejo hizo una versión personal si cabe más ornamentada, cambiando el nombre (la discográfica seguramente) y que hoy todos conocen como media granaína de Vallejo.
En el toque de guitarra son reconocibles las granaínas en general por el glisando con que se cierran la mayoría de las falsetas para dar la tonalidad al cantaor: comienza con un floreo-ligado de notas sobre el bordón (la sexta cuerda), seguida del arrastre desde la nota Fa# hasta Si, que da la entrada al cantaor.