Algunos autores atribuyen la creación de la Mariana a un gitano que, en Sevilla, hacía bailar a una mona o una cabra en sus espectáculos callejeros. La melodía al parecer estaba en boca de gitanos trashumantes, pero serían de nuevo los cantaores quienes la pusieron en valor adaptándola a lo flamenco.
Con ella triunfó El Cojo de Málaga, que en principio se presentó como Cojo de las Marianas, y así también se dio a conocer Luis López, el padre del guitarrista Luis Maravillas, de ahí que este cante se conozca también como tientos de Luis López, cuyo nombre artístico fue Niño de las Marianas. Fue él quien dijo a Anselmo González Climent:
“El cante que tanta fama me reportó se me ocurrió a los diecisiete años de edad. Le puse el nombre de cante de las marianas. La idea original se me apareció al oír a unos húngaros que bailaban y cantaban con el pandero, deambulando por tierras andaluzas. Escuchando el son de aquella gente exótica, solo me quedó la tarea de aflamencar aquellas canciones y buscarles letras apropiadas. Al principio, no podía calcular siquiera el buen camino que por tanto tiempo tuvo esta ocurrencia mía.”
La letra que le da nombre al estilo dice:
Se llama Mariana
y venimos de Hungría
a buscarnos la vida
Sin embargo antes de Luis López este cante ya lo habían registrado Sebastián El Pena, La Salerito, El Mochuelo. Garrido de Jerez, Manuel Escacena, la Rubia de Málaga o Manolo Pavón entre otros. Pero sería en la Antología de Hispavox de 1954 cuando el cante fue recuperado, ya que tras la Guerra Civil se hallaba casi perdido. Bernardo el de los Lobitos, con la guitarra de Perico del Lunar padre, fue el encargado de interpretarlo para esa gran obra de recuperación de cantes.
Debido al gusto de la época por el tango de los tientos, se adaptaron por ese estilo algunos cantables, como es el caso de la Mariana, y también la Farruca, una suerte de tientos en modo menor.
Tal fue el alcance popular del tema, llegando a rebasar al del garrotín y la farruca, que el compositor Joaquín Turina utilizó parte de la melodía de las marianas en su obra Jueves Santo a media noche como contraste con la saeta, hecho que hizo pensar a algunos que la pieza era original del compositor sevillano.
El cante se distingue por su peculiar melodía y su glosolalia introductoria:
Tronlorón, tronlorón…, tronlororeiro, tronloreiro, tronlorón.