Uno de los estilos más importantes del flamenco es la soleá. Su música contiene muchas de las esencias que definen la estética musical del género, como si de una suerte de concentrado de flamencura se tratase. Podemos afirmar que la soleá es el estilo flamenco por excelencia: por su compás -amalgama de un 6/8 y un 3/4-, la tonalidad flamenca -la tonalidad propia para acompañar el cante por soleá, y los melismas característicos de su melodía.
Del universo musical de la soleá se desprenden a su vez elementos que otros estilos tomarán prestados a fin de empapar de aroma flamenco el marcado carácter tradicional que contienen. Así las cantiñas, hermanas carnales de las soleares, en verdad no son más que soleares en modo mayor,
Además, alterando el tempo musical encontramos otros estilos como las bulerías y los jaleos que, bebiendo del mundo musical soleaero, tienen características propias que los convierten en estilos independientes y diferenciables. Por su parte, cuando esas bulerías se hacen para escuchar, propiedad de los estilos más jondos del repertorio, y no solo para bailar, se denominan bulerías por soleá o simplemente, como acertadamente se hace en Jerez, bulerías pa escuchar o bulerías al golpe.
Visitar el enlace de flamencopolis dedicado a las soleares donde encontramos la historia y variantes de los estilos de soleá y, por supuesto, los Temas 6 y 7, que dedicamos a los estilos que forman el mas nutrido de los complejos génericos que forman el Sistema Musical del Flamenco.
Por su parte, la soleá es uno de los bailes más emblemáticos del flamenco y, tal y como ocurre en el cante, su ejecución aglutina todos los elementos esenciales de la estética bailable del flamenco. Muchos de ellos tomados de otro de los más antiguos bailes flamencos, las alegrías.
Las cantiñas las podemos considerar un subcomplejo ya que agrupa un buen número de estilos y variantes del repertorio, las alegrías, las romeras, el mirabrás, los caracoles, y otras muchas cantiñas que se conocen por el nombre de su autor, como es el caso de Pinini, Tío José El Aguila o Romero el Tito, o bien las que se denominan con alguna referencia a la letra, como La contrabandista o El Torrijos. También las hay que se conocen por el lugar de origen, por ejemplo las de Córdoba.
Hay que insistir en que las cantiñas y las soleares son hermanas carnales, la misma expresión pero en distinta tonalidad, con lo que ello implica desde el punto de vista estético. El modo andaluz propio de las soleares, frente al tono mayor de las cantiñas. Lo modal, genuino del cante jondo, se percibe como más auténtico, restando en consecuencia jondura a los estilos en el modo mayor, aunque, por supuesto, esto es una apreciación del todo subjetiva.
En principio las cantiñas abarcan el sector alegre y desenfadado del cante, mientras las soleares se concentran en el sentimiento más serio y profundo, jondo. En realidad el valor artístico es idéntico entre uno y otro estilo, solo que ante la percepción que tenemos de ambas músicas tendemos a saborear en unas la profundidad del jipío, en las soleares, mientras en las cantiñas creemos escuchar una mayor superficialidad. Una cuestión de percepción.