Como ya hemos apuntado, el compás binario del tango logró, probablemente por mor de Enrique El Mellizo, penetrar en el universo musical del flamenco hacia los años ochenta del siglo 19 ralentizando el aire del tango gaditano y metiéndolo en el tono propio de cantes jondos como soleares y seguiriyas, el modo flamenco. Los tangos de Cádiz, si ralentizan su compás, se convierten en tientos, y viceversa. Hecho que confirma el origen gaditano de las primeras versiones del estilo
Uno de los primeros tangos flamencos fue el nominado de los tientos, que no eran otra cosa que los tangos de los coros gaditanos –el actual tanguillo- pero en vez de los modos mayor o menor más tradicionales, aunque cantados y acompañados sobre el modo flamenco, por medio y con el aire más pausado, para así inyectarle la jondura apropiada. Se trataba de alejar el aroma jacarandoso del tango para crear algo más grave acorde con la estética dramática de los cantes más jondos.
Como apunta Blas Vega:
“el ritmo con el que acompaña la guitarra de Habichuela a Chacón se encuentra entre tangos tientos, tango airoso y tango de carnaval e incluso algunas versiones en ritmo de tanguillo”
que viene a demostrar el proceso de binarización que, aun en tiempo de Chacón, sufrían todos los géneros herederos del compás del tango americano de principios del siglo XIX. Ese ritmo pastueño permite imprimir al cante un carácter más profundo echando mano de giros de soleá y seguiriya e incluso de malagueña, provocando que los tercios se alarguen considerablemente.
Se cantan los tientos sobre coplas cuatro versos octosílabos en la que se repite alguno de ellos, resultando el siguiente esquema: 2-1-2-3-4-3-4. También se cantan estribillos (juguetillos o coletillas) de tres versos que se realizan después de cada copla.
Manolo Caracol afirmaba que Mellizo se basó en la manduca, un cante presuntamente gallego que cantaba un criada suya, aunque no acabamos de creernos que El Mellizo tuviese asistenta (Gamboa dixit).
Antonio Pozo El Mochuelo, entre otros, bajo el nombre de tangos de los tientos grabó en cilindros de cera números que acreditan esto que decimos; no se trata de tangos lentos sino de tanguillos de carnaval lentos. Un tal José, cantaor de principios del siglo XX, dejó impresionado en cilindros de cera un cante con el correspondiente aire de tanguillo.
En referencia a las aportaciones personales la flamencología reconoce a Enrique El Mellizo la variante más extendida cultivada por casi todos los grandes de la época como cante de preparación o de salida: Manuel Torres
El cante por tientos, siguiendo la estela de soleares y seguiriyas, se estructura en tandas donde primero se interpreta un cante de preparación, después uno valiente, para cerrar con una letra a modo de cambio. Además, al igual que las cantiñas, los tientos suelen llevar unido una suerte de juguetillo, la coletilla
Otro modelo, atribuido también a El Mellizo, muy cultivado en Cádiz, es esta en versión formidable que hizo Manolo Vargas. Y otro cante es el que Mairena atribuye a Marrurro de Jerez.
En los tientos también es bastante frecuente una leve modulación al modo mayor, heredado de las bulerías y las bulerías para escuchar o bulerías por soleá, algo que viene a ser un sello distintivo de Jerez. También en Lebrija se cultiva un tipo particular de tientos atribuidos a la Tía Seguía, que solía llevar en su repertorio Juan Peña El Lebrijano.
El repertorio de coletillas es muy amplio y, a modo de juguetillos, como se hace en las alegrías, viene a complementar el cante.