A continuación las variantes de fandangos de Huelva en las que apreciamos elementos melódicos propios que las convierten en variantes con características singulares dentro del repertorio, más allá de las versiones que cada intérprete hace de cada uno de ellas.
Hemos dividido las variantes en cuatro grandes grupos, a saber, Alosno, Provincia, Huelva capital y Personales.
No vamos a entrar en polémica en cuanto a la paternidad alosnera de todo el repertorio de fandangos onubenses, aunque es obligado decir que esta localidad del Andévalo no solo tiene atribuidas un gran número de variantes personales, mucho mayor con respecto a los otros tres grupos de fandangos de Huelva (provincia, capital y personales), sino que desde un punto de vista estrictamente musical y más en concreto en relación a su melodía las variantes alosneras poseen un carácter, digamos, más jondo estéticamente hablando. Sin quitar un ápice de jondura al resto del repertorio, las variantes de fandangos en Alosno contienen buena parte de los elementos estéticos de definen el estilo, más flamenco que popular para entendernos.
Hay quien afirma que la inclusión de elementos jondos en la melodía alosnera traiciona el espíritu popular primigenio, pero soy de la opinión que el carácter tradición, popular o folclórico, como queramos llamarlo, ha mutado en estas variantes a una estética flamenca, jonda, que marcó de una vez por todas, tras la llegada del género flamenco a finales del siglo XIX, condicionando para siempre el devenir de este repertorio.
Si lo comparamos con el repertorio de las localidad que hemos agrupado en las variantes provinciales se puede entender perfectamente esto que estamos diciendo, sin ser mi intención, en absoluto, entrar en disquisiciones de calidad artística que a ningún lugar nos lleva, sino más bien dejar constancia de algo evidente desde un punto de vista puramente estético.
También se dice que el fandango de Huelva nace en Alosno y desde allí se expande a toda la provincia. Es posible. No hay datos que corroboren esta teoría histórica, pero lo antes referido, en relación a la enorme cantidad de variantes con las que contribuyen los alosneros al repertorio onubense no creo que estemos muy desencaminados si atribuimos al fandango de Alosno el honor de ser el padre de la criatura. No del fandango sino de la expansión y desarrollos artístico del estilo, encuadrado desde entonces dentro del género flamenco.
Si hiciésemos una estadística sobre las variantes de fandangos de Huelva que se registraron en disco en las tres primeras décadas del siglo XX observaríamos que las variantes alosneras predominan con respecto al resto, hasta la llegada de los grandes ases del cante onubense, Paco Isidro, Antonio Rengel, Juan Rebollo y, por supuesto, Paco Toronjo. Los llamados cuatro ases. Grupo al que podríamos unir a otros cantaores como es el caso de Niño León.
De Alosno han llegado a nosotros las siguientes variantes: fandango de La Andalucita, de Antonio Abad, los fandangos antiguos de Alosno, Bartolo, Canés alto y bajo, La Conejilla, Corrido, Francisco El Cano, Jesule, Juan María Blanco, Juan Rebollo, Juana María, Manolillo el Acalmao, Manuel Pérez, Marcos Jiménez, Paquillo el de las Partes, Pérez de la Matea, Plácido González, Coplas de Tío Mateo el del Coto, Teresa España, Tío Nicolás, los valientes y dos anónimos que algunos aficionados llamar perdíos.
Las localidades de la provincia de Huelva que han aportado variantes de fandangos, exceptuando Alosno y la capital, se encuadran casi todas en las comarcas de El Andévalo y la Sierra. Más escasas son las de el Condado, Cuenca minera y la Costa occidental.
Algunas de las variantes provinciales tienen un acompañamiento singular que marcan la diferencia con respecto al resto de variantes de fandangos, no solo de Huelva, sino el resto de fandangos de la geografía hispana. Me refiero a lo que antes hemos denominado como modulación al homónimo mayor en vez de hacerlo al relativo mayor (ver apartado tonalidad de los fandangos de Huelva más arriba)
Predomina en este repertorio el carácter silábico de las melodías con respecto al más melismático del repertorio alosnero o el de la capital, y por supuesto al personal. Esto se debe al menor desarrollo profesional que han vivido los estilos provinciales, estando más unidos a la práctica ritual, sea religiosa o profana, de fiestas, romerías, etc.
Las versiones corales que de estas variantes se practican también han contribuido a un menor virtuosismo a la hora de ser interpretados. Todo esto sin restar un ápice de su belleza.
Las variantes de Almonaster (Aldeano, Cruz del Hoyo (Cruz del Llano), La Jira, Aguafría, Fandango de Pinos y Santa Eulalia), Cabezas Rubias, Calañas, El Cerro de Andévalo, Encinasola, Paymogo, Puebla de Guzmán (quintas), Río Tinto/Cojo de Huelva, Santa Bárbara, Valverde y Zalamea.
Las variantes personales que encontramos en el repertorio del fandango onubense tienen su razón de ser en la expansión profesional del género flamenco, donde algunos contados cantaores quisieron crear variantes del fandango de su tierra pero sin estar alineados a un grupo determinado, aunque se aprecien en todos ellos la filiación alosnera, provinciana o capitalina correspondiente, y que intentaremos indicar en cada caso.
No olvidemos que el fandango de Huelva sirvió de modelo para el desarrollo que vivió el repertorio de los llamados fandangos personales o naturales a partir sobre todo de los años veinte del pasado siglo.
En este apartado destacan los fandangos del El Comía, Niño León, Pérez Guzmán, de Antonio Toscano, y el denominado campero.
Por último, aunque no por ello menos importante, recogemos los fandangos de la capital de la provincia que, como no podía ser de otra manera, logró aglutinar un buen número de variantes personales que se caracterizan por un aroma melódico jondo, melismático y con una estética más cercana al cante flamenco que a la tradición musical onubense. Al tratarse el flamenco de un género eminentemente urbano no es de extrañar que la capital de Huelva desarrollase un repertorio nada desdeñable de variantes creadas por algunos de los más destacados intérpretes naturales de la ciudad.
Se dice que la inspiración llegó a la capital procedente de Alosno, que fue la localidad que marcó la pauta del clásico fandango de Huelva, algo compartido por muchos aficionados y que queremos consignar aquí, sin intención, por supuesto, de querer restar mérito alguno a la capital, que tantos buenos cantaores ha dado al arte.
Como decimos, el carácter personal de buena parte de este repertorio nos llevaría a encuadrarlo dentro del apartado anterior dedicado a los fandangos personales, pero, a fin de no desdeñar el papel fundamental de Huelva capital en la gestación, desarrollo y popularización del repertorio de fandangos, hemos querido encuadrarla en un apartado diferente del anterior dedicado a los fandangos personales, insistiendo no obstante de que buena parte de los aquí consignados, como veremos, son variantes personales forjadas por grandes figuras del cante onubense.
Como vamos a poder observar a continuación, en el carácter musical de este repertorio capitalino predomina lo melismático frente a lo silábico, contrariamente a la mayor parte de los fandangos alosneros y de otras localidades de la provincia, sin que esto sea óbice para que encontremos variantes donde predomina la melodía silábica frente a la melismática.
Incluimos aquí las variantes de cantaores de la talla de Paco Isidro, La Parrala, Pepe el de la Nora, Pepe Sanz, Rojita y el gran Antonio Rengel.