En el flamenco son menos los estilos bailables que los cantables y algunos fueron además creados bien entrado el siglo XX, seguiriyas, martinetes, tarantos o farruca. Además la flamencología suele confundir los estilos bailables presentes en la historiografía de la primera mitad del siglo XIX con los netamente flamencos. Atribuir la categoría de flamenco a un baile de la segunda mitad del siglo XVIII que, aunque contenga el germen de pasos y mudanzas propios del baile flamenco, es incorrecto ya que aun no están configurados como tales, al no haber cristalizado la estética propiamente flamenca que aparecerá en la segunda mitad del siglo romántico.
Los estilos bailables surgieron a partir de los pasos donde imperaba lo castizo (lo gitano y agitanado). La cuestión era separarse de la sempiterna influencia franco-italiana que todo lo inundaba con su presencia en la España del XVIII. Esa colonización artística será la que condicione los bailes andaluces, para acentuar su carácter indígena con movimientos y compases tan genuinos y de marcado acento meridional que no podremos encontrar en los refinados bailes de la sociedad europea. Esas diferencias marcan el camino que conduce a una radicalización del estilo hacia posiciones de exaltación de la identidad andaluza representada como ningún otro grupo como por los gitanos, verdaderos representantes del milenario mestizaje andaluz.
He aquí el Sistema del Baile Flamenco