Manuel Serrapí, Niño de Ricardo, dará una nueva vuelta de tuerca al toque flamenco. Como ocurriera con Montoya, en su toque confluye lo mejor de cada casa, imprimiendo una forma de tocar a las nuevas generaciones que marcará para siempre la evolución del toque.
Destacan su depurada técnica, la originalidad de sus variaciones y falsetas, los avances en la indagación de nuevas formas de expresarse, cómo llevar el aroma de la soleá a los fandangos y el uso de una rítmica poco común, herencia de Javier Molina.
Tanto Melchor de Marchena, maestro del acompañamiento y cotizado guitarrista para los mejores cantaores por muy dispar que fuera su cante (Pastora, Mairena, Caracol), como los jóvenes Serranito, Manolo Sanlúcar y Paco de Lucía, mamaron de Ricardo esa nueva forma de tocar y la aplicaron a sus toques, hasta que llegó Sabicas y les puso la cabeza del revés. Si existió un Montoyismo, el Sabiquismo y, hoy, el Lucianismo, también hubo un Ricardismo que dejó una huella imborrable en la guitarra flamenca contemporánea.