Siguiendo la estela que dejó Chacón encontramos maestros como Antonio Pozo El Mochuelo, a quien debemos innumerables grabaciones que son hoy ya patrimonio sonoro del flamenco antiguo. En Málaga destaca Trinidad Navarro La Trini, dueña de un talento creador de muchos quilates y que ha dejado en el repertorio cantes por malagueña que se encuentran entre los más cultivados por los artistas.
Otro grande fue Francisco Lema Fosforito de Cádiz, forjador también de cantes por Malagueñas y contemporáneo de Chacón con quien compartió fama en la época de los cafés.
Otro puntal de esta época es Cayetano Muriel El Niño de Cabra, quien supo, como hiciera décadas antes Juan Breva, traducir a lo flamenco los fandangos cordobeses, principalmente los de Lucena, además de ser un cantaor de enorme proyección entre la afición y los propios artistas.
Nacido en los setenta del XIX es Joaquín el de la Paula, cabeza visible de una saga cantaora de Alcalá de Guadaira y a quien debemos un ramillete de cantes por soleá que han marcado una época y están aun hoy de plena actualidad. Su hermano Agustín Talega, el hijo de éste, Juan, marcarán para siempre una nueva era del cante, que la flamencología se encargó de encumbrar y comentaremos en el siguiente tema.
Caso aparte es también el de Paca Aguilera, rondeña insigne y cultivadora de múltiples variantes de cante que dejó convenientemente grabados y que son la mejor muestra de su altura artística. Olvidada por la historia, por rondeña y gachí, gracias a la recuperación de sus grabaciones su figura vuelve a erigirse con la talla de gran cantaora que fue.
Siguiendo la escuela de Chacón encontramos también a otro cantaor, principal transmisor de los cantes del maestro a las generaciones de la posguerra, nos referimos al sevillano Pepe de la Matrona, tal y como ocurrió con otros cantaores como Aurelio Sellés y Bernardo de los Lobitos, maestros todos de los grandes maestros que comenzarían a florecer en los años sesenta. Otras figuras de entonces son Manuel Escacena, Niño Medina o José Cepero, por citar aquellos que dejaron una huella más profunda en la memoria del cante flamenco.
Otro de los grandes de ésta época dorada del cante flamenco es el malagueño Joaquín Vargas Soto, para el arte El Cojo de Málaga, intérprete y creador de repertorio, preferentemente de estilos derivados del fandango que son hasta hoy un referente ineludible para todo cantaor que se precie. Sus tarantas, murcianas, levanticas y fandangos personales han sido y son un referente ineludible.
Después de Vallejo vendrían Guerrita, José Rebollo o Paco Isidro, Juanito Mojama, El Gloria, María la Moreno, Jacinto Almadén, El Pena hijo o Pericón de Cádiz, cantaores todos estos que se encuentran a caballo entre las dos épocas partidas por la guerra civil.
Son muchos más de los que aquí hemos reseñado por lo que aconsejamos consultar las cronologías que aparecen en el capítulo de historia de nuestra plataforma www.flamencopolis.com.