Un hecho muy a tener en cuenta en la época que nos ocupa es la expulsión de los moriscos de las Alpujarras entre 1609 y 1613. El tema nos interesa, ya que nos obliga a cuestionarnos, como hiciera Blas Infante, cuántos de verdad fueron expulsados y cuántos se quedaron. Muchos se integrarían con la imprescindible conversión, pasando a formar parte de la sociedad española, sin duda llena de descendientes de moros, sobre todo en Andalucía y el Levante; otros se fundirían con los gitanos, que tenían orden de asentamiento, más no de expulsión. De ahí que la población gitana crezca entre el siglo 16 y el 18 de forma exponencial, preferentemente en Andalucía
Cuánto contribuyeron aquellos moros a la cultura musical andaluza, y por ende a la flamenca, se deja escuchar desde el primer tañido, desde la primera queja. La queja de galera a la que se viene refiriendo la flamencología que se encontró en Libro de la Gitanería de Triana de los Años 1740 a 1750 que escribió el Bachiller Revoltoso para que no se imprimiera ocurrió en una época en la que sociedad andaluza estaba totalmente mixturada. De aquel mestizaje, los menos favorecidos eran los llamados gitanos, el resto payos. Dividir en dos la sociedad más mestiza de Europa no puede referirse a razas, sino a castas.