Córdoba
Tienen mucha importancia también los cantes y cantaores de Córdoba capital y localidades como Lucena, Cabra o Puente Genil, que han aportado al repertorio cantes de gran belleza y muy interpretados por los artistas flamencos de toda procedencia.
Por su parte el arte flamenco debe mucho a la afición cordobesa, en sus cafés y teatros recalaron los más importantes cantaores, no en vano fue parada y fonda obligada camino de Madrid. Las noticias de una intensa actividad flamenca en Córdoba se remontan a los primeros tiempos del cante profesional. En la capital omeya y su provincia se forjaron además algunos cantes señeros del repertorio flamenco, como esos tres cantes por soleá atribuidos a Onofre o las cantiñas llamadas alegrías de Córdoba.
Lucena, Cabra y Puente Genil han adaptado además sus aires autóctonos por fandangos para hacerse ya parte inseparable del mejor cante flamenco. El concurso nacional de Córdoba, desde 1956, continuó la senda poniendo en valor las mejores voces de la segunda mitad del siglo XX, en especial mencionaremos a Antonio Fernández ‘Fosforito’, protagonista indiscutible de aquella época. También los cantes camperos y la saeta tienen en Córdoba un lugar en el repertorio autóctono reinterpretado a lo flamenco de gran interés, contribuyendo a nutrir el repertorio jondo y situándose como lugar de privilegio en la forja y proyección del flamenco.
Huelva
Huelva contribuye al género flamenco con una gran variedad de fandangos, tanto personales como locales, que le reservan un lugar esencial del panorama jondo. El fandango de Huelva ha vivido en su evolución dos etapas fundamentales, una la que podemos considerar como folklórica, cuando en el repertorio de fandangos imperaba lo bailable frente al cantable, y una segunda inundada por el ciclón flamenco de las primeras décadas del siglo XX. El cante de Huelva se fue alejando de la versión bailable para configurarse como cante de adelante, para escuchar, por mor de grandes figuras como La Parrala, José Rebollo, Antonio Rengel, Paco Isidro o Paco Toronjo. Sus voces prodigiosas ensalzaron los estilos onubenses dotándolos del acento flamenco apropiado y tan divulgado por Andalucía en aquella época. Una vez desprendidos del baile no quedaba más que adobarlos con tonalidades seguiriyeras y quejas de soleá para por fin configurar estilos locales pero con un marcado acento flamenco.
Huelva y su provincia atesora un centenar de variantes de fandangos autóctonos, personales y locales, que se han integrado en el repertorio flamenco gracias a las recreaciones en clave flamenca que de ellos han realizado insignes artistas. Los cantes de Huelva reunidos principalmente bajo el modelo del fandango muestran la enorme variedad de estilos populares que, como decimos, por obra y gracia de destacadísimos intérpretes, se han incluido entre los más representativos del repertorio flamenco.
Jaén
Así mismo los territorios mineros de Jaén, con su enclave principal de Linares, también han aportado repertorio de vital importancia para el desarrollo del género flamenco. Jaén ha contribuido también a la expansión de un repertorio procedente de las provincias más periféricas con respecto a aquellas en las que se encuentra el meollo del género flamenco.
Linares con su variedad tarantas personales, y sus tangos de La Carlotica, sitúan la provincia olivarera en un lugar de honor entre los territorios flamencos. Una enorme variedad de tarantas es más que suficiente para que nos detengamos en esta provincia andaluza que, aunque se encuentra alejada de los centros neurálgicos de Sevilla y Cádiz, ha contribuido con deliciosas variantes al repertorio jondo. La antigüedad de la taranta de Linares obliga a pensar en el importante papel de esta zona minera en la expansión de los estilos mineros de Almería y Murcia. Además los artistas de Jaén y su provincia figuran entre los primeros espadas del género, destaquemos por ejemplo al gran Juan Valderrama o a Rafael Romero El Gallina por citar dos de los principales de la segunda mitad del siglo XX.