De similar importancia a Cádiz, con respecto a su contribución al repertorio y los artistas flamencos, tenemos a Sevilla, fértil elaboradora de cantes en los tiempos dorados del género, así como las poblaciones de su provincia: Lebrija, Utrera, Morón o Alcalá, cruciales para la existencia de un repertorio central de la música jonda. Hablar de flamenco es entonces hablar de Sevilla.
Sevilla capital
La capital andaluza ha sabido destilar la tradición musical andaluza para crear, partiendo de una estética musical a lo flamenco forjada preferentemente en la provincia gaditana, estilos de esencial repercusión en el repertorio.
En Sevilla y su mágico arrabal, Triana, recalaron los más importantes cantaores en una época en la que el género flamenco se estaba gestando. Tal es el caso del alumno más destacado de El Planeta, el isleño El Fillo, y allí vivió Frasco El Colorao, y trianeros fueron los Pelaos, los Cagancho, y sevillano fue Silverio Franconetti, principal seguidor de El Fillo y el belcantista andaluz que mejor supo ordenar un repertorio que por entonces se encontraba disperso. Silverio comprendió que sólo una versión profesional del género flamenco podría traspasar las fronteras de Andalucía y convertirse en la joya de la música española. Y acertó de tal forma que sin él seguramente el flamenco no habría alcanzado las cotas de las que hoy puede presumir como género musical y bailable de carácter universal.
Si no hubiese existido una afición como la sevillana, el flamenco hubiera tomado sin duda unos derroteros muy distintos. Primero en las academias de bailes y después en los cafés, Sevilla fue, como decimos, la tierra de la profesionalización definitiva del flamenco como expresión artística, allí crecieron las formas cantables y bailables llegando al grado más alto de estilización, y llegando a lo más jondo
En Sevilla nació Pastora Pavón La Niña de los Peines, y su hermano Tomás, Manuel Vallejo, Caracol y otros muchos, todos protagonistas principales de la historia del flamenco. Modelos de soleá trianeros fueron forjados por cantaores de la talla de La Andonda (de Ronda) o Ramón el Ollero. Soleares que en esta tierra tiene múltiples creaciones y recreaciones de auténtico cante flamenco, seguiriyas de las que estremecen, grandiosas y solemnes, tonás y martinetes de rigor, bulerías y tangos, que en ellos también Sevilla tienen un acento especial.
La provincia de Sevilla
Son muchas las localidades de la provincia sevillana que han tenido un papel principal en la creación y desarrollo del género flamenco, como es el caso de Lebrija, Utrera, Morón o Alcalá de Guadaira. Los cantes y los cantaores de estos pueblos han contribuido de manera crucial para que el flamenco sea un género musical de carácter universal. Si seguimos el recorrido de la diligencia de Cádiz a Madrid, nos encontramos con Lebrija, Utrera, Alcalá, Mairena…, y todas alrededor de Sevilla, es pues natural que de ahí hayan surgido voces dignas del mejor cante y dueñas de los secretos de la creación flamenca. El acento propio de cada una queda patente en los múltiples estilos que nos han legado.
Alcalá y su repertorio inmortal de soleares, Utrera cuna de excelsos cantores y sobre todo cantaoras, de la Serneta (de Jerez aunque vivió en Utrera sus últimos años y allí sembró la semilla de la soleá) a Fernanda, en Lebrija de Juaniquí a Lebrijano, los Alcores con el gran Antonio Mairena. Toda la provincia sevillana es tierra fértil donde nacen unos cantes de especial importancia para el repertorio flamenco, en las ya citadas y otras muchas poblaciones, de Morón (Tenazas) a Marchena (Pepe), el cante ha crecido en la voz de sus pobladores.
También para la guitarra (Niño Ricardo) y en el baile (de Petra Cámara a Matilde Coral) la suprema posición de Sevilla está fuera de cuestión, siendo como es imprescindible cuando se habla de flamenco.