Una vez que prendió la espita del flamenco buena parte de las capitales tuvieron cafés, donde de manera más o menos esporádica se podía escuchar flamenco y ver los bailes meridionales que harían durante décadas las delicias a públicos de los más variopinto. En palabras de Blas Vega fue tal la aceptación, que rara era la provincia española que no contara con algún café cantante en su haber.
La época de los cafés, que podemos delimitar entre 1864 y 1908
Para los flamencólogos de los años cincuenta y sesenta del siglo pasado la de los cafés fue la época dorada del flamenco, sin embargo a la vista de la nómina de artistas que ejercen su magisterio a partir de 1910 hasta que ven truncada su vida artística por la nefasta guerra civil, aquí preferimos atribuir el honor al periodo 1908-1936, comúnmente denostado por la flamencología más tradicionalista por coincidir los últimos diez años con la ópera flamenca, y al que dedicamos el Tema 8.
Como decimos algunos nombres cruciales del flamenco viven intensamente ambas épocas, caso de Antonio Chacón o Manuel Torre, por citar dos gigantes. Por ello preferimos referirnos a ellos en el siguiente Tema 8, sin olvidar el papel jugado, sobre todo por Chacón, en la época de los cafés.
Blas Vega, cuya impagable labor nunca podremos agradecer suficientemente, registró en su libro Los cafés cantantes de Sevilla, los siguientes cafés sitos en la capital hispalense: Salón del Recreo, Antiguo Café de Silverio, Salón Oriente, Café de Lombardos, Café de Los Cagajones, Café del Arenal, Café de Las Triperas, Café de Variedades, Café Sevillano, Café de Lope de Rueda, Café La Alegría, Café de Apolo, Café de La Escalerilla, Café de Silverio, Café de El Burrero, Café Filarmónico, Café-Teatro del Centro, Café Suizo, Café Sin Techo, Café San Agustín, Café de La Marina, Café de Los Carros, Café Cantante Sevillano, Café-Concierto Vista Alegre, Café-Concierto Novedades, El Kursaal, La Bombilla, Salón Barrera, Salón Variedades, Ideal Concert, Salón Olimpia, El Tronío y algunos más. Destacando en la primera época los del Burrero y Silverio, auténticas universidades de cante, toque y baile.
En Cádiz sobresalen el Café de La Jardinera, Café del Recreo, Café del Perejil y Café La Filipina. En el Puerto de Santa María el Café del Navío, Café León de Oro, Café del Refugio y Café del Carbón. En Jerez Café del Conde, Café de La Vera-Cruz, Café de Rogelio, La Primera de Jerez, Café de Caviedes y Café del Palenque.
Madrid
En Málaga
Así mismo en Granada encontramos el Café de Cuéllar, Café Suizo, Café Granadino y Café del Callejón. En Almería Café Santo Domingo y Café Lyón D’Or. En Córdoba Salón Recreo y Café del Gran Capitán.
Otras capitales españolas tuvieron importantes centros donde acudían los aficionados al jaleo, por ejemplo Barcelona con el Café Sevillano, Café La Alegría, Café-Concierto Barcelonés, Edén Concert y Café Villa Rosa. O en Bilbao, donde se encontraban el Café San Francisco y Café de Las Siete Columnas. También en las zonas mineras proliferaron los cafés de cante como los de La Unión, Cartagena o Jaén.