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LAS LETRAS DEL FLAMENCO
Acerca de las clases

Por mucho que nos duela reconocerlo, las relaciones amorosas de pareja, aparecen signadas, en el mundo del flamenco, por un marcado carácter machista, que implica un dominio absurdo del hombre sobre la mujer. Es una constante que, como decimos, se va diluyendo poco a poco y hoy ya nadie se atrevería a cantar esta letra para la deliciosa música de la soleá del Chozas:

Por tal de no pegarla un día
yo a esta mujer yo le puse un día
el interés, el cariño y el dinero.
Y no supo a mí ella ni contestarme,
aluego se me echó a llorar,
y yo la miré a la cara
era una Virgen del Carmen
tuve yo que perdonarla.

Orden brutal, tajante, de tono tribal, reflejo claro de la inseguridad amorosa. Solo queda el lamento, tragarse el orgullo o mostrarlo a las claras, curar la herida:

Que te den los sacramentos
porque no le tienes ley
ni a la camisa del cuerpo.

Los valores sociales de la época en la que se forjó el género flamenco son bien distintos de los actuales y debemos comprender el contexto en el que fueron creadas esas letras para comprender, dentro de lo posible, el carácter de algunas de ellas. La honra de la mujer, los tabúes sexuales de aquella sociedad dieron como fruto letras que hoy nos parecen abominables. El sentimiento de autoestima que proporciona el honor, el derecho al orgullo, el guardar las apariencias, preservar la integridad moral es algo que atañe al hombre y debe cuidar de él como lo más sagrado. Ante el desamor algunas letras intentan descargar la culpa sobre la amada (o el amado) a fin de curar las heridas:

Y hasta los árboles sienten
que se le caigan sus hojas,
y esta gitana no siente
la perdición de su honra.

Esto se traduce en la falta total de libertad en las relaciones de pareja. La reputación individual está por encima de todo donde la vergüenza equivale al honor

Si tú tuvieras vergüenza
ni pisaras ni miraras
los umbrales de mi puerta.

Al contrario del hombre, la pérdida de la honra en una mujer conlleva efectos siempre negativos, sin embargo al hombre le puede proporcionar hasta le puede proporcionar cierto prestigio. De ahí que el engaño afecte al hombre en el corazón de su orgullo y no lo admita bajo ningún concepto. De ahí la aparición del sentimiento feminista en el cante, a modo de auténticas voces de protesta:

Si las mujeres tuvieran
la libertad de los hombres,
saldrían a los caminos
a robar los corazones.

De ahí la brutalidad de algunas relaciones de pareja, de las que el cante es testigo elocuente, mostrando la actitud policial del varón, que se comporta con una dureza rayana en la crueldad: 

Yo tengo comparaíta
la mujer con el caballo,
que es menester darle espuela
pa quitarle los resabios.

El hombre exige a la mujer conducta intachable y le echa en cara cualquier hecho que le pueda llevar al deshonor: 

La noche del aguacero,
dime con quién te tapaste
que no te mojaste el pelo.

Así la infidelidad femenina se presenta como uno de los temas más recurrentes en las letras flamencas. El lamento del hombre celoso, el miedo al ridículo social:

Yo me voy a volver loco
porque una viña que tengo
la está vendimiando otro.

Así como el miedo a la sexualidad femenina, que determinaría una igualdad incontrolable por parte del hombre que este se encarga de impedir a toda costa.

Sin embargo, el asunto del honor y la honra no se aplica de igual modo al trabajador que al señorito. Aquel debe cuidarlo, pero este no tiene miedo de que se conozcan sus infidelidades, sino que presume de ellas. Ningún rico quedará deshonrado, si los demás no se enteran, o hacen como que no ven. El flamenco es, una vez más, notario de las desigualdades.

Los celos es así mismo un tema recurrente en las letras del flamenco

Los celos son puñalás
que se meten en el sentío,
porque ayer te vi con otro
estoy loquito perdío.

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