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LAS LETRAS DEL FLAMENCO
Acerca de las clases

 Sobre la autoría de la copla flamenca nos encontramos ante el hecho de que fue creada por el pueblo anónimo, que fue recopilada por pacientes estudiosos que vieron en ella un tesoro que era urgente conservar y que, ya en el siglo XX, los cantaores echaron mano de inspirados autores para que escribieran letras nuevas en un deseo de ampliar el horizonte lírico del repertorio de cantes. A partir de la segunda mitad de ese siglo, un flamenco más vanguardista supo adaptar al cante letras de los más diversos autores, históricos y contemporáneos, para ‘componer’ músicas adaptadas al melos flamenco sobre poemas de esos autores.

Sin embargo el problema de la creación popular es un tema tortuoso. Debemos aceptar el sintagma de ‘creador anónimo’ ya que tuvo que haber alguien que creara una determinada letra hasta que el pueblo la hace suya y la integra en su acervo literario. De ahí el famoso poema que Manuel Machado incluyó en su Cante hondoManuel Machado, Cante hondo: cantares, canciones y coplas, compuestas al estilo popular de Andalucía, Madrid, 1912. En este poema el gran Manuel Machado, hijo de Demófilo y hermano de Antonio, explica cuál es la forma de componer coplas populares, cómo el pueblo se apropia de lo que le gusta y cómo las coplas escogidas por el pueblo, aunque el autor caiga en el olvido siempre está el consuelo de ganar la eternidad. El pueblo como colectivo no crea, crean los poetas, populares o más o menos académicos, pero hay que desterrar de una vez y para siempre esa bonita leyenda del pueblo creador. :

Hasta que el pueblo las canta,
las coplas, coplas no son,
y cuando las canta el pueblo
ya nadie sabe el autor.

Tal es la gloria, Guillén,
de los que escriben cantares:
oír decir a la gente
que no los ha escrito nadie.

Procura tú que tus coplas
vayan al pueblo a parar,
aunque dejen de ser tuyas
para ser de los demás.

Que, al fundir el corazón
en el alma popular,
lo que se pierde de nombre
se gana de eternidad.

La primera recopilación de letras del repertorio tradicional se la debemos al escritor vizcaino Juan Antonio de Iza Zamácola Don PrecisoIza Zamacola, Juan Antonio de, (Don Preciso): Colección de las mejores seguidillas, tiranas y polos que se han compuesto para cantar a la guitarra, Madrid, 1816 que en palabras de su autor estas coplas son, propiamente hablando, nuestra poesía lírica, puesto que es la única que se canta y puede cantarse.

La siguiente gran recopilación del repertorio propiamente andaluz se la debemos a la escritora española Cecilia Böhl de Faber, quien tras el seudónimo de Fernán Caballero escribió sus Cuentos y poesías populares andalucesFernán Caballero: Cuentos y poesías populares andaluces, Sevilla, 1859, le siguió Emilio Lafuente y Alcántara con el Cancionero popular Emilio Lafuente y Alcántara: Cancionero popular. Colección escogida de coplas y seguidillas, Madrid, 1865. Colección escogida de coplas y seguidillas, sin olvidar una obra publicada tres años antes por Tomás Segarra Tomás Segarra: Poesías populares, Leipzig, 1862. Después vino la primera dedicada concretamente al repertorio flamenco, la ya citada de Antonio Machado y Álvarez Demófilo. En el mismo año el lingüista austriaco Hugo Schuchardt publica Die cantes flamencosHugo Schuchardt publica Die cantes flamencos, Halle, 1881. Sin duda el año 1881 se marca en el calendario como la fecha de publicación de importantes obras dedicadas a las letras flamencas, así Manuel Balmaseda publica su Primer cancionero de coplas flamencas populares según el estilo de AndalucíaManuel Balmaseda publica su Primer cancionero de coplas flamencas populares según el estilo de Andalucía, comprensivo de polos, peteneras, cantos de soleá (vulgo soleares) y playeras o seguidillas gitanas, Sevilla, 1881, primero creado por un autor que como operario del ferrocarril quiso y supo crear un cancionero flamenco que ha sido adaptado al cante con éxito. Y al año siguiente se publica la magna obra de Francisco Rodríguez Marín Cantos populares españolesFrancisco Rodríguez Marín: Cantos populares españoles (cinco tomos), Sevilla, 1882 y 1883. Ya en el siglo XX sale a la luz la obra de Manuel Machado Cante HondoManuel Machado Ruíz: Cante Hondo, Madrid, 1912. En esta obra encontramos seguidillas y seguiriyas, soleares, alegrías, tonás, livianas, serranas, polos, cañas, malagueñas, todo un variado abanico de letras para los estilos más flamencos.

Después de estas obras que recopilan buena parte del repertorio lírico sobre el que se interpretan los cantes flamencos, son muchos los autores cuya obra ha servido de base poética para los artistas que han tomado de aquí y de allá infinidad de letras que hoy figuran en los cantes. Nos referimos a Gustavo Adolfo Bécquer, Salvador Rueda, Rubén Darío, los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero, Antonio Machado, Federico García Lorca (seguramente el poeta de quien más se han valido los flamencos para sus cantes), Fernando Villalón, Rafael Alberti, Luis Rosales, Miguel Hernández, José Manuel Caballero Bonald, Rafael Guillén, José María Pérez Orozco, Antonio Murciano, José Luis Rodríguez Ojeda, Concha Lagos, Pilar Paz Pasamar, José Cenizo, Francisco Moreno Galván, Francisco Fernández Urrutia, Francisco Robles, Francisco Almagro, Paco Arana Rupelo o Juan Carlos Muñoz, El Pastor Poeta, José María Pemán, Manuel Alcántara, Antonio Luis Baena, Francisco Basallote, José Belloso Reyes, José Luis Blanco Garza, Jorge Luis Borges, Antonio José Borrachero, Luis Caballero, Alfonso Canales, Pepe Cruz, Gloria de la Prada, José Luis del Castillo, Rosa Díaz, Aquilino Duque, Emilio Durán, Francisco Fernández García-Figueras, Soledad Fernández, Manuel Ferrán, Amalio García del Moral, José Matías Gil, Joaquín González Estrada, Enrique González Pol, Rafael Guillén, Antonio Hernández, Juan Jiménez, Víctor Jiménez, Juan Sebastián, Manuel Jurado, Juan Lamillar, Daniel Lebrato, Ricardo Molina, Rafael Montesinos, Joaquín  Márquez, Juan Martos Aybal, Curro Íñigo Mateos, Andrés Mirón, Rafael Montesinos, Eladia Morillo, Carlos Muñiz, Antonio Murciano, Carlos Murciano, Francisco Núñez Roldán, José Luis Ortiz Nuevo, Fernando Ortiz, José Pérez García, Agustín Pérez González, Daniel Pineda Novo, Julio Porlán, Rafael Porlán, José Prada de los Santos, Fernando Quiñones, José A. Ramírez Lozano, Antonio Rincón, Manuel Ríos Ruiz, Ignacio Rivera Podestá, Enrique Rodríguez Baltanás, Ricardo Rodríguez Cosano, José Luis Rodríguez Ojeda, Cristobal Romero, Miguel Sánchez Sobrino, Pedro Sevilla, Jesús Solano, Felipe Sordo Lamadrid, José Luis Tejada, Manuel Urbano, Luis Antonio Utrera Madroñero, Paco Vargas, Aurelio Verde, Juan Velasco, Francisco Vélez Nieto, Aurelio Verde, y Miguel Ángel Villar.

No están todos los que son pero sí son todos los que están. La literatura flamenca está asegurada y sus autores, anónimos o con nombre propio, nos han dejado un inmenso repertorio lírico que colma con creces el gigantesco corpus de los cantes y para todos los estilos (palos). Las poesías de San Juan de la Cruz, Fray Luis de León, Lope de Vega, Rosalía de Castro, Antonio Machado, Miguel Hernández, Juan Ramón Jiménez, Manuel Alcántara o Luis Cernuda también han sido puestas en música por diversos artistas flamencos. No podemos olvidar además a los cantaores que ellos mismos han compuesto sus letras. El caso de Antonio Chacón, La Trini o Enrique El Mellizo, inspirados creadores que, además de componer la música hacían lo propio con las letras. Ese es el caso también de Alfonso de Gaspar, Luis de la Pica, Naranjito de Triana, Juan Peña ‘El Lebrijano’, Antonio Fernández Díaz ‘Fosforito’, Calixto Sánchez, José de la Tomasa y un largo etcétera que han volcado su inspiración en los versos de sus cantes ampliando así el repertorio lírico del flamenco.

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