Cada la letra flamenca es una gota de esencias, un microcosmos fruto de la inspiración popular, en primera persona y desde el corazón. Es sorprendente, y así lo han afirmado los más prestigiosos especialistas, cómo personas sin formación académica alguna, incluso gente que no sabe leer ni escribir, han logrado confeccionar estrofas tan emotivas y plenas de lirismo. El carácter sencillo y a la vez profundo (jondo) de muchas de las letras flamencas revelan su origen popular repleto de experiencia vital. Por ejemplo la primera letra que encontramos en el libro Cantes Flamencos de Demófilo
El querer quita el sentido
lo digo por experiencia
porque a mí me ha sucedido
Pero no todas las letras son anónimas o de poeta desconocido, como muchos estudiosos han afirmado apoyando la idea romántica del pueblo creador. La letra siempre tiene un autor y en muchos casos es bien conocido
Las letras flamencas recorren toda la gama de sentimientos humanos, las hay que son reflejo de alegría de vivir, dejando lugar también al humor, y abundan las que muestran la pena e incluso la tragedia, el amor y el desamor
Al tratarse de música eminentemente vocal, el esquema de canción estrófica, presente en buena parte del repertorio tradicional, es el más extendido también en el flamenco. Una de las principales características de los cantes flamencos está en la falta de conexión temática entre las diferentes letras de una tanda. Es decir, las letras que se interpretan en una soleá no tienen que ver entre si ya que cada una es un mundo, y el cantaor salta a capricho de una temática a otra mostrando una variedad sentimental de gran impacto entre los aficionados que lo escuchan. Ahí está la principal diferencia entre cante y canción. En esta las diferentes estrofas giran en torno a un tema argumentado mientras que en el cante hay tantos temas como letras contiene una tanda. Es decir, en una tanda las letras suelen estar inconexas temáticamente, ya que la naturaleza de las letras flamencas es un relato en sí misma, una suerte de microcosmos de tres versos.
Esa excepcionalidad de los cantes flamencos permite que cada intérprete vaya modelando la estructura de su tanda de cantes a su manera, pudiendo interpretar en el orden que crea conveniente diferentes cantes, eso sí, siempre dentro de un mismo estilo. Es decir, una tanda de soleares suele iniciarse con un cante de Alcalá
Las tandas de cantes son pues la esencia formal de esta música, y beben de las seguidillas, las jotas, y, en el caso de la soleá, de los jaleos. Formas bailables que pasaron a ser pa escuchá, a cantarse alante, ahí nace la forma flamenca. La seguiriya, esa extraña composición poética de 6, 6, 11 y 6 sílabas, el ‘verso largo’ de estos cantes marca la composición musical otorgándole la expresividad necesaria
Por otra parte las letras de un fandango suelen dejar para el último verso la resolución del relato, dejando al escuchante con la intriga de cómo va acabar. Una muestra también de la teatralidad del cante flamenco, donde el intérprete recrea el personaje contando sus soledades y alegrías.
Las letras del cante flamenco suelen ser en primera persona, son reflejo del individuo ante el mundo contando sus fatigas, sus penas y sus alegrías, un grito desnudo sin más ambages que la propia existencia.
Yo no canto porque me escucharan
ni porque mi voz sea buena,
yo canto pa que se me vaya
la fatiguilla y la pena.
La rima
Los flamencos cantan su música sobre diferentes tipos de estrofas todas ellas procedentes del rico acervo poético de la lengua castellana. Al ser el flamenco un género de origen andaluz, y las palabras se suelen decir ‘en andaluz’ con la consiguiente alteración en la métrica de los versos. Esta cualidad del habla andaluza agitanada permite alargar, y sobre todo acortar los versos a fin de cuadrarlos a la métrica correspondiente. Y este recuerdo es muy recurrente en la práctica del cante flamenco, libertad aunque supeditada a un exigente concepto de la belleza, una estética moldeada en el tiempo que ha logrado poner de acuerdo a la afición para, sin mucho esfuerzo, discernir lo bueno, lo hecho desde el corazón, lo puro en definitiva, de aquello que es chabacano, de poco gusto y vulgar. El flamenco es un arte exquisito hecho por el pueblo, pueblo muchas veces iletrado pero con mucha cultura depositada en la masa de la sangre.
La más extendida es la copla o cuarteta octosílaba