Es un característica del flamenco que cada cante tenga una melodía propia en la salidas del cante. Los cantes flamencos se inician normalmente con un temple de la voz que ayuda al cantaor a entonarse, al que sigue una salida del cante, una serie de ayes, lereles, etc
Reconocemos una granaína desde la salida del cante, podemos saber que vamos a escuchar una soleá o un caña por el ayeo de salida que realiza el cantaor. Es más, si canta por soleá podemos saber si lo que va a interpretar es una variante de Triana por el ayeo de salida, o bien de Cádiz si en la salida escuchamos un lerele. Son modelos melódicos que se han heredado de los principales maestros y que hoy, un siglo largo después, se siguen practicando
También se pueden apreciar en los diferentes estilos giros melódicos que son representativos de ellos. Así en las seguiriyas se pueden observar motivos melódicos que son muy recurrentes y se pueden escuchar en muy distintas variantes. Lo mismo ocurre en las malagueñas, tangos o tarantas. Es algo propio de un género de arte popular en el que las diferentes melodías tienen un parentesco y se intercambian, normalmente de forma inconsciente, diversos motivos y giros que pasan de una variante a otra, e incluso entre un estilo y otro.
La melodía de un canto popular, o la de un cante flamenco, como venimos diciendo es la que marca la diferencia entre las diferentes variantes de un estilo concreto. El gran número de variantes que encontramos en el repertorio del cante flamenco de aquellos estilos derivados del fandango andaluz, malagueñas, fandangos personales, mineras, tarantos, etc., tienen en común, con más o menos variantes, melodías trazadas sobre la cadena de acordes que hemos apuntado en el Tema 7. Esto ocurre con la gran mayoría de los estilos flamencos. Los cantaores han forjado las más diversas melodías ateniéndose a la cadena de acordes propia de cada estilo. En seguiriyas y soleares, en tientos y alegrías, los maestros de la época dorada del cante fueron creando melodías sobre esas cadenas y nutriendo de variantes el inmenso repertorio del flamenco.
La melodía de los cantes viene muy condicionada por dichas cadenas de acordes
Así pues, las notas predominantes para iniciar y finalizar cada uno de los versos melódicos (tercios) suelen ser las correspondientes al acorde al que se orienta esa melodía en el transcurso del cante.
Pongamos por ejemplo un fandango de Huelva. Si el primer acorde del cantable es do mayor, la nota en la que acaba el primer tercio será una de las tres que conforman el acorde de do mayor (do-mi-sol). En el segundo tercio, como el acorde de destino es el fa mayor, la nota final de ese tercio será la que forman ese acorde (fa-la-do). Para el tercero, como regresa al do mayor de nuevo la nota final será una de las tres que forman do mayor (do-mi-sol). En el cuarto tercio la melodía tiene como meta el acorde de sol mayor y la nota final de ese tercio será una de las tres que forman dicho acorde (sol-si-re). En el quinto tercio regresa de nuevo a do mayor (do-mi-sol). Y por fin el sexto y último tercio tendrá como meta el acorde de la cadencia final que modula al modo flamenco de Mi (mi-sol#-si).
De esta forma podemos ver que podemos encontrar como notas finales en cada tercio las siguientes: do-re-mi-fa-sol-la-si y sol# en la cadencia, completando la escala diatónica. Este abanico abarca pues todos los rincones de la melodía en el modo mayor; de ahí viene la riqueza melódica y las múltiples variantes que permite el fandango de Huelva en toda su extensión creativa.
Vemos entonces que la melodía viene condicionada por los acordes que forma la rueda del estilo con lo que ello conlleva a la hora de crear nuevas variantes. Todas las notas intermedias entre la nota de inicio de un tercio y la nota final de ese tercio serán las que otorguen originalidad a la melodía de una variante concreta.
Como ya hemos apuntado en este Tema 9 y en otros, el modo flamenco es el modo armónico en el que se acompañan a la guitarra los estilos más representativos del cante, seguiriyas, soleares, tientos, buena parte del repertorio de bulerías y tangos. La melodía, por las especiales características del modo flamenco, con respecto al modo mayor y menor, tiene la singularidad de no responder a intervalos propios de la cultura occidental sino que fluctúa en microtonos que, para entendernos, no caben en un pentagrama, de ahí su carácter único que además es santo y seña de la estética musical del cante flamenco.