La métrica binaria
Ese compás binario lo escuchamos, como decimos, claramente en los tangos, rítmica está basada en un compás de 2×4 que, al igual que ocurre con la soleá y la seguiriya, el primer tiempo de cada compás se deja en silencio marcando con las palmas las 3 siguientes. La variantes del patrón son muy numerosas. Aquí podemos leer algunas.
El patrón de habanera o de tango abrió la puerta del flamenco a una serie de estilos que aflamencando su acento entraron a formar parte del repertorio.
La natural tendencia de los flamencos a dejar la primera parte del compás en silencio, (como podemos apreciar en los siguientes ejemplos de diferentes variantes del patrón de tango) ha hecho que muchos hayan confundido la primera palma sobre el segundo tiempo sea la primera parte del compás de 4, sin embargo esa primera palma es el segundo tiempo ya que la primera parte, como decimos, es silencio. Esto ha traído de cabeza a muchos estudiosos que han interpretado el compás de forma errónea con las consabidas transcripciones fuera de compás. Es un problema que encontramos muy frecuentemente en las partituras de flamenco, que por la singular forma de contar los tiempos que tienen los artistas, unido al carácter antiacadémico de este género, viene confundiendo a los que quieren afrontar el estudio del flamenco desde una perspectiva académica
Con los tangos se abre un nuevo camino a la expresión rítmica del flamenco, un género que preferentemente se expresa en compás ternario, a partir de los años ochenta del siglo 19 comenzará a caminar en la senda de los ritmos binarios antillanos, sazonándolos con acentos de carácter moruno y agitanado. Se mirará en el espejo de las soleares para forjar estilos jondos sobre la rítmica binaria. El proceso no será largo ni complicado de llevar a cabo, se basa en binarizar el melos flamenco basándose en la rítmica del tango gaditano y, lo que es más importante, metiéndolo por medio, adoptando el modo flamenco como base armónica. La sección melódica se dejará llevar por la nueva senda emprendida, todo apunta a que, desde Cádiz, para ir construyendo nuevos estilos que vengan a enriquecer el repertorio en los cafés cantante.
El patrón de tango o habanera cristalizó probablemente hacia los años veinte del siglo romántico cuando se dieron las condiciones idóneas para que nacieran canciones, unas de carácter romántico
Primero llega a la capital americana de la metrópoli española, Cádiz, como tango americano, y pronto se comenzó a insertar como uno de los números centrales en las zarzuelas
Este tipo de canciones dieron lugar al tango de Cádiz (tanguillo) que, una vez metidos en el modo armónico flamenco y ralentizando el aire original del tango de carnaval dio lugar al tango propiamente flamenco más antiguo, el llamado tango de los tientos. Este cante propició que pronto surgieran versiones más airosas que se denominaron ya tangos flamencos, y de ahí surgieron todos sus derivados, en modo menor la farruca, el modo mayor el garrotín, las variantes locales de Málaga, Sevilla o Granada, un florido ramillete de estilos que enriquecieron, en compás binario, el sistema musical del flamenco.
En el siguiente cuadro podemos ver la evolución de los tangos y de todos los estilos que forman parte de ese complejo genérico.
El origen del tango es pues afrocubano, y el sufijo -ango (presente también en fandango) indica su ascendencia afroamericana. En Andalucía al intérprete que destacaba en tangos se conoció como tanguero o tanguera. A finales del siglo 19 hubo artistas especializados que no interpretaban otra cosa, siendo tratados por la profesión como pseudo-flamencos, pues entonces el tango no había alcanzado la carta de naturaleza flamenca de la que gozó poco después. Fue sin embargo una cantera de artistas que vendría consolidar el repertorio de una parte de los llamados tangos flamencos, simplemente metiendo por medio (modo flamenco) en el aire del tango gaditano, más lento.
Es en Cádiz donde de forma más clara se inicia como género musical, en la creación de su versión flamenca pudieron estar implicados Enrique el Mellizo y otros cantaores gaditanos de la época. Hasta que se metió el tango por medio, el tono de las seguiriyas y bulerías, el tanguero o la tanguera –los especialistas en el estilo- eran los animadores de la fiesta, pero no estaban, como decimos, considerados flamencos, puesto que no lo era el género que practicaban. Seguramente el primer tango que se cultivó a lo flamenco fue el nominado de los tientos, un tango de Cádiz en el modo flamenco, en vez del mayor o menor más común en el tango gaditano. Como decimos sólo ese cambio fue suficiente para abrir el camino.
El resultado de la alquimia entre el universo armónico y melódico de soleares y seguiriyas y el tango americano resulta un estilo de rítmica muy viva y acentuada que, junto a la bulería, aporta los materiales necesarios para la fiesta flamenca. Al adaptar algunos elementos rectores de los jaleos andaluces, de compás ternario, y meterlos en el rimo y compás del tango americano, surgen los tangos flamencos. Otra figura que intervino en la confección definitiva de los tangos flamencos fue Pastora Pavón La Niña de los Peines, célebre tanguera en sus inicios.
El compás binario de dos o cuatro partes es la métrica que adoptan todos los tangos flamencos. Sin embargo su origen está en el el 6/8 de los tanguillos gaditanos que primero fueron tientos (tanguillos lentos). Al aumentar la velocidad de ejecución los tientos se binarizaron, el 6/8 africano se binarizó y se hizo 2/4, un proceso en el que intervinieron Sevilla, Granada, Málaga y Jerez. El remate con la clave del son cubano implícita es una de las pistas para identificar los tangos, así como el acompañamiento de las palmas.
En las grabaciones que han llegado hasta nosotros en cilindros de cera aparecen esos tangos de los tientos donde se observa el aire de tanguillo por medio, como aquel que grabaron entre otros El Mochuelo o Moreno de Jerez. Estos tientos con el tiempo fueron ralentizando el aire para hacerse más jondos y entrar a formar parte del repertorio flamenco, género que huye por regla general de los estilos demasiado jocosos, y el tanguillo y su ascendencia carnavalesca lo era por partida doble
Todo apunta a que la Capital gaditana, principal puerto de destino del intercambio americano, fue donde se asentaron primero los tangos. Enseguida pasaron a Sevilla y Málaga, en forma de tanguillos, seguramente por dos vías principales, las compañías teatrales que los incluían en sus obras de carácter gitanesco y por otra las agrupaciones de Carnaval que ya desde los años ochenta del 19 hacía furor, sobre todo en la capital sevillana.
En Málaga, otro de los principales puertos andaluces, pronto surgieron versiones flamencas de los tangos, como aquellos del Piyayo, que algunos llaman aguajirados por sus modulaciones al mayor y el menor y la salida del cante que recuerda a la que se realiza en algunas guajiras.
Granada, cuna de música de aroma moruno, supo pronto combinar sus canciones en compás binario, probablemente presentes en sus festivas zambras con el nuevo aire flamenco que llegaba de Andalucía Occidental, surgiendo así múltiples variantes que enriquecen el repertorio.
Sevilla también supo adoptar el compás binario para sus flamenquerías dando a luz estilos de rítmica contundente y que hoy figuran como estilos de jondura indiscutible.
Extremadura y, en concreto, la gitanería de Badajoz, adoptó pronto el tango como seña de identidad creando estilos de marcado acento local que inundaron de tangos, por mor de Porrina o La Marelu, el repertorio de la segunda mitad del siglo 20 que artistas como Camarón supieron hacer suyos.
Otros tangos, ya personales, los encontramos en Linares, con los preciosos de la Carlotica cultivados por su hijo Gabriel Moreno.
Hoy por hoy el tango flamenco figura entre los principales estilos del género y goza de los gustos de artistas y público no existiendo fiesta que se precie donde no se interpreten un buen número de variantes por tangos.