A continuación, analizamos los parámetros musicales de cada estilo que deben ser conocidos por el guitarrista de acompañamiento para lograr un óptimo resultado. Analizamos el tono, la métrica y la forma de los estilos más representativos.
Soleares
Las soleares suelen acompañarse en el tono por arriba (o sea en el modo de Mi flamenco), aunque en algunos casos se acompaña también por medio, a fin de no tener que colocar la cejilla en trastes que interfieran en la sonoridad del instrumento. No es lo mismo acompañar al ocho por arriba que hacer en su equivalente por medio, es decir al tres por medio.
El tono por arriba usa los acordes de su sistema armónico y aquellos propios de los relativos mayor y menor.
Durante la ejecución la rueda de acordes que acompañan la soleá hacen claras incursiones en el modo mayor e incluso al menor, siendo no obstante el modo flamenco el dominante en el cante y toque por soleá
Caña y polo
Dentro del ámbito de las soleares tenemos estilos que son antecedentes de estas y que tienen características muy comunes, aunque con especiales acompañamientos, nos referimos a la caña y el polo, dos estilos muy antiguos y que se conservan como reliquias en el repertorio. Si bien la rítmica responde hoy en día a la de la soleá, en el plano armónico tienen su características propias, como se desprende del siguiente esquema:
Cantiñas
Las cantiñas y las soleares son hermanas carnales, la misma expresión pero en distinto modo armónico, con lo que ello implica desde el punto de vista estético, el modo andaluz propio de las soleares, frente al tono mayor de las cantiñas.
La distribución de las voces en las cuerdas de la guitarra influye mucho en la sonoridad final de un estilo flamenco. La tonalidad principal, propia de alegrías, es acompañarlas en Do (dominante Sol), aunque es muy usual acompañar en Mi mayor. También se pueden hacer en La mayor e incluso en Sol mayor. Sin embargo la cejilla se puede colocar a la altura adecuada a cada cantaor, acompañando el guitarrista con el tono que más convenga en cada caso.
La característica principal de las cantiñas en cuanto a la tonalidad es la alternancia entre tónica y dominante, propia de la jota para acompañar el cante. Cuando esa alternancia es estable hablamos de alegrías, cuando se incluyen pasos a la subdominante u otros grados de la tonalidad, hablamos de cantiñas.
En algunas cantiñas se apreciar guiños a otros modos armónicos, así en las romeras, mirabrás, cantiñas del Pinini, de Córdoba, caracoles, o en las llamadas del contrabandista tienen, además de las cadencias a la subdominante, giros al modo flamenco desde la dominante, así en Mi mayor, puede haber breves ‘modulaciones’ al modo flamenco en cadencias Do-Si. A su vez algunas cantiñas, como las alegrías de Córdoba, tienen el segundo cuerpo en modo menor.
En la actualidad se ha puesto de moda introducir las alegrías con cantables, sobre todo en modo menor, que sirven de preparación al cante por alegrías propiamente dicho.
El esquema armónico más utilizado para acompañar las alegrías y el resto de cantiñas (después de la barra) responde, con excepciones al siguiente:
Bulerías
Las bulerías admiten todo tipo de modos armónicos, sin embargo la más característica es el modo flamenco, siendo en Cádiz donde predominan las acompañadas en modo mayor. A la hora de interpretar cualquier cantable en el aire de las bulerías, si este es en tono menor, así se meterá por bulerías. Es uno de los estilos más maleables del repertorio, todo se puede meter por bulerías, cualquier cantable es susceptible de ser cantado por bulerías siempre y cuando se realice en la métrica y rítmica propia del estilo.
Sin embargo, el modo habitual para acompañar las bulerías de sonoridad más flamenca es el tono por medio
El esquema armónico más usual en las bulerías en modo flamenco y modo mayor responden al siguiente orden de grados:
También se acompañan bulerías siguiendo el esquema propio de la soleá (ver más arriba) normalmente en el tono por medio.
Seguiriyas, cabales, serranas, livianas
El cante por seguiriya se suele acompañar por medio, en el tono de La flamenco, lo que hace que muchos de sus recursos técnicos y expresivos los puede compartir, adaptándolos, a otros estilos que se tocan en ese tono como los tientos, tangos o bulerías. Se puede acompañar en cualquier otro tono aunque la especial disposición de las voces (los intervalos de cada acorde según dónde se haga) en el tono por medio facilita la labor al cantaor. Acompañar la seguiriya en el tono de la minera es posible pero puede despistar al cantaor acostumbrado al colorido que proporciona el tono por medio, natural en el acompañamiento de este palo flamenco.
El tono por medio usa los acordes propios de su sistema armónico y aquellos propios de sus relativos mayor y menor.
El esquema armónico de la seguiriya responde a un ostinato sobre el tono por medio que de forma ‘ostinada’ se repite a modo de rueda: re – Do – Sib – La. En determinados momentos del cante la melodía sugiere cadencias en el tercer grado, Do, al cuarto, Re, o bien en el sexto, Fa, regresando enseguida a la tónica La. Esta característica implica que el tempo de acompañamiento no interfiera en el cante, pudiéndose acompañar el mismo cante en muy diferentes tempos, rápido, lento o incluso libre, sin afectar al cante en sí mismo. Esto ocurre también es estilos afines como la serrana, la liviana o las cabales, y en otros como guajiras.
Las versión en modo mayor de las seguiriyas se conoce como cabales y su acompañamiento se rige por los acordes propios de este sistema armónico.
Las ruedas más usuales en el acompañamiento del cante por seguiriya son las siguientes:
Cada uno de los acordes que forman el acompañamiento pueden ir precedidos de sus respectivas dominantes secundarias a fin de ampliar el espectro de acordes que forman un acompañamiento digamos tradicional.