Gloria a la guitarra española
¿Cómo es posible que la guitarra, que es el regalo que le ha hecho España al mundo de la música, el instrumento que triunfó durante el siglo XIX, oculte su verdadero origen y repercusión en el concierto universal?
No es justo que la principal aportación de España al concierto universal no esté debidamente reconocida en el mundo. Es cabreante que se ignore en su patria chica la enorme repercusión que tuvo, y tiene, el instrumento español por antonomasia en las músicas populares del planeta. ¿Qué sería de los Beatles si George y John no hubiesen tocado guitarra española? ¿Qué sería de Hendrix o Steve Howe, Jimmy Page o Ritchie Blackmore, de Joe Pass o Bob Dylan si no tuvieran en sus manos una guitarra española? Electrificada o no, con cuerdas de nylon o de metal, pero española al fin y al cabo, esto es, afinada: Mi-Si-Sol-Re-La-Mi.
Desde que terminando el siglo XVIII se añadió la sexta cuerda a la guitarra de cinco, completando un proceso que se extendía dos siglos atrás con la guitarra de cuatro órdenes, la evolución vivida por el instrumento y su repercusión en las más diversas culturas no es suficiente al parecer cuando debiera ser motivo de orgullo para un país al que no le vendría mal de vez en cuando una alegría, que no todo puede recaer en Rafa Nadal. Si de mí dependiese, a cada español recién nacido el Estado le regalaría una guitarra (y un jamón de pata negra con su pan de telera).
«¿Qué sería de los Beatles si George y John no hubiesen tocado guitarra española? ¿Qué sería de Hendrix o Bob Dylan? Electrificada o no, con cuerdas de nylon o de metal, pero española al fin y al cabo, esto es, afinada: Mi-Si-Sol-Re-La-Mi»
Siempre me ha llamado la atención cómo en los muchos libros de divulgación que se encuentran en las grandes librerías con títulos como El libro de la guitarra, la portada la ocupa un Gibson Les Paul o una Fender Stratocaster, pero nunca una Ramírez y menos aun una Conde Hermanos. Es más, hojeando alguno de esos libros en algunos no he encontrado ni una foto de la guitarra española. Sí, hay todo tipo de guitarras eléctricas, las llamadas acústicas californianas, incluso guitarras de otros países, derivadas todas de la española, pero la madre no aparece. La flamenca ya no os quiero ni contar, ni por asomo.
Algo similar ocurre con esos libros titulados 10.000 acordes de guitarra, y por más que buscas el acorde de tónica del tono de taranta no aparece, ni el de granaína, menos aun el de minera o rondeña, el de Re sostenido jamás de los jamases. Qué clase de olvido con nuestra mejor música es este. Qué clase de castigo sufre el flamenco respecto de otros géneros de la música patria. Con motivo de la polémica selección para Eurovisión, he leído en las redes sociales cómo muchos, ante la supuesta injusticia cometida contra mis paisanas la Tanxungueiras, cargaban contra TVE diciendo que siempre flamenco, solo flamenco y nunca música de otras regiones. Y yo me pregunto: ¿qué televisión ve esta gente? Será por el nuevo programa de Miguel y Soleá que aprovechan, para variar, para ir contra la música más internacional de todas las que existen en España.
Leo con sorpresa cómo hay un sector de la sociedad que carga contra el flamenco a la mínima oportunidad. En menos que se santigua un cura loco ya están atacando al flamenco, como si lleváramos los últimos cuarenta años teniendo flamenco hasta en la sopa, cuando en realidad es todo lo contrario. La parrilla de RNE3 está copada por el pop y el rock con muy contadas excepciones, la de RNE2 el programa de José María Velázquez, en RNE1 ni por asomo. El flamenco está escondido y cuando aparece salen cien mil protestando por la borrachera de flamenco. Se nos ha ido la olla.
Pero, volviendo al tema de este artículo, cómo es posible que la guitarra, que es el regalo que le ha hecho España al mundo de la música, el instrumento que triunfó durante el siglo XIX en todo el mundo, se oculte su verdadero origen y repercusión en el concierto universal.
«Hay un sector de la sociedad que carga contra el flamenco a la mínima oportunidad. En menos que se santigua un cura loco ya están atacando al flamenco»
La guitarra es un instrumento armónico, esto es, puede realizar varios sonidos simultáneamente, seis concretamente, uno por cada cuerda, por lo que puede hacer acordes, como el piano, el órgano o el clave, pero, a diferencia de los tres mencionados, es portátil. Esa es la gran ventaja de la guitarra, que puede ser transportada de un lado a otro por una sola persona, al contrario que un piano y no digamos ya un órgano. Esa cualidad es la clave del éxito del instrumento español, ese fue además la causa de su expansión por todo el mundo, en especial el continente americano, llenando de música norte, centro y sur del Nuevo Mundo que a su vez lo transformó en múltiples modelos de tres, cuatro, cinco, seis y hasta diez cuerdas. En América la guitarra española tuvo un montón de hijos, primos, sobrinos, nietos y bisnietos. De ahí la industria guitarrera que se desarrolló en Cádiz.
En una pequeña investigación que hice hace años sobre la prensa norteamericana del siglo XIX, buscando precisamente guitarras españolas, encontré muchas noticias, entre ellas dos, de 1855 y 1856 respectivamente que me llamaron la atención por los comentarios de la publicidad:
“El mejor instrumento para acompañar la voz es la guitarra española”. “La guitarra española se usa cada vez más por aquellos que tienen buena voz y desean el mejor acompañamiento del mundo, porque no hay para una buena voz sonido más dulce elegante que el de la guitarra. Hace unos años no era normal ver a un caballero o una dama acompañarse con la guitarra, pero la popularidad del instrumento ha crecido hasta el punto que no hay familia con alguna pretensión musical en el que uno de sus miembros no la toque. Acabamos de recibir un buen cargamento, cerca de 350 a 23 dólares. En la Librería y tienda de Música Adams”. (Western Reserve Chronicle 3/1/1855 y 8/10/1856)
En ese año llegaron 350 guitarras a la ciudad de Warren, en el estado de Ohio, equidistante entre Nueva York y Chicago, puestas a la venta a 23 dólares cada una. Y si llegaron tantas en fecha tan temprana a esa pequeña ciudad, qué no llegaría a las grandes capitales de los Estados Unidos. ¡Qué sabe naide!